EUTANASIA ASISTIDA EN CHILE:
UNA DISCUSIÓN SOBRE EL INICIO Y EL FINAL
Por María Fernanda Pizarro
Directora Área Salud – CFT Sede Puente Alto, Santiago
Como profesionales de la salud, desde siempre hemos
acompañado durante todo el ciclo vital al ser humano, esto ha sido así por
siglos, junto a la promoción, prevención, la rehabilitación y el acompañamiento
al final de la vida. La atención cercana, hacia el individuo y su familia en el proceso final, el
mantener confortable, sin dolor y en las mejores condiciones posibles a una
persona moribunda, gestionar la asistencia espiritual además de las acciones
correspondientes para que la familia pueda despedirse de su ser querido, puesto
que todos tienen el derecho a vivir y morir con dignidad y en óptimas
condiciones de garantía.
Hemos sido testigos en Chile del debate sobre un proyecto de
ley de “Muerte digna y cuidados paliativos” que, cumpliendo ciertas
determinadas condiciones, se permitiría que un paciente decida y solicite la
asistencia médica para morir, en los casos de que exista un diagnóstico con un
problema de salud grave e irremediable, además de cumplir con los requisitos
mínimos en la solicitud de asistencia profesional.
Ahora, sobre estas discusiones de si es o no correcta la
eutanasia activa o pasiva, pareciera que nos olvidamos de que la muerte es un
proceso natural y, por tanto, es parte de un ciclo. No nos corresponde decidir
en qué minuto se apagará la llama de la vida, pero sí, estar cercanos y
disponibles. En este sentido, cuando se habla de la posibilidad de intervenir
en nuestra propia muerte, lo hacemos una vez que entendemos el ciclo y nos
preparamos de acuerdo con nuestras creencias para esta etapa, con cuerpo, alma
y espíritu; morir en paz.
La eutanasia es tan discutible como el ensañamiento
terapéutico, porque ambos actos, demuestran lo poco que aceptamos que la vida
tiene un inicio y un fin y es parte de la naturaleza de la existencia.
A su vez, es sumamente relevante considerar la autonomía de
los pacientes sobre sus propios cuerpos, además de la objeción de consciencia del
personal de salud, esto establece un entendimiento, una relación cercana con
asistencia médica de calidad, humanizada, aplicando los conocimientos y el buen
juicio, así como libertades individuales que estén ligadas a procesos
reflexivos sobre el ciclo natural de la vida.
“La verdadera
compasión humana no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo,
en sostenerlo, ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento”. “La
curación es imposible o improbable, el acompañamiento médico y de enfermería,
psicológico y espiritual, es un deber ineludible, porque lo contrario
constituiría un abandono inhumano del enfermo" (carta de la congregación para la
doctrina de la fe aprobada por el Papa Francisco).
Luego de 45 años de actividad profesional activa, cumpliendo
el rol en el equipo de salud que me ha correspondido representar, puedo decir
que he acompañado a miles de personas en su ciclo vital y jamás ha sido una
opción la eutanasia como parte de la entrega a mis pacientes, ya que existe un
proceso de reflexividad en conjunto, que permite comprender la muerte como una parte natural de la
vida, junto a los tratamientos médicos
que permiten una mejor calidad de vida de las personas o, en los casos terminales,
permiten procesar el dolor y el cierre de un ciclo en paz, sin sufrimiento y
rodeados del afecto de su entorno como del equipo de salud que lo ha acogido.